La columna vertebral está formada por unos huesos llamados vértebras y unos discos blandos compuestos de una parte externa más solidificada y una central más gelatinosa que hacen de cojines entre dichas vértebras y que aportan movilidad a la columna vertebral. La hernia discal se produce cuando esta parte central más “gelatinosa” atraviesa las capas más externas y comprime y/o irrita raíces nerviosas que salen de la médula espinal que discurre por el interior de la columna vertebral .
El riesgo de padecerla es mayor si el paciente:
- Es de mediana edad o mayor.
- Si fuma y/o tiene sobrepeso.
- Si está sentado durante muchas horas al día, levanta cargas pesadas o tiene una vida inactiva.
- Algunas personas heredan cierta predisposición a sufrir una hernia de disco.
Síntomas de una hernia de disco
La hernia discal se suele dar más frecuentemente en la zona lumbar pero en algunos casos también se puede producir en la zona cervical.
- Dolor: El tipo de dolor que acostumbra a producir las hernias discales es el dolor neuropático que tiene unas características diferentes al dolor nociceptivo cuyo origen se encuentra en los receptores nociceptivos tanto de la piel como más profundos en huesos, ligamentos, tendones, vasos, vísceras… . El dolor neuropático se origina como consecuencia de la afectación lesional o funcional del sistema nervioso, por tanto, supone la alteración del sistema nervioso tanto CENTRAL como PERIFÉRICO formado por axones que transmiten impulsos nerviosos. Al ejercer una compresión sobre dichos nervios se suele producir un dolor urente, lancinante, profundo con sensación de quemazón que suele ser de gran intensidad y limitado a una zona o punto concreto. El dolor afectará a diferentes partes del cuerpo en función de dónde esté la hernia discal
- Hernia discal lumbar: Dolor que puede sentirse a nivel de los glúteos, pantorrillas y que en algunos casos puede llegar hasta los dedos del pie. Se conoce como dolor ciático ya que el disco ejerce presión sobre el nervio ciático que nace de la médula espinal a nivel lumbar y discurre posteriormente por toda la pierna.
- Hernia discal cervical: Dolor en la zona de la nuca que se puede irradiar hacia los hombros y los brazos a diferentes niveles.
- Hormigueo o entumecimiento: Se nota un adormecimiento en la parte del cuerpo que se nutre de los nervios afectados.
- Debilidad: Se puede producir porque los músculos que se nutren de los nervios afectados tienden a debilitarse. Esto puede hacer que tropieces o puede afectar a tu capacidad de levantar o sostener objetos.
¿Cómo saber si tengo una hernia de disco?
Si se presentan alguno o varios de los síntomas descritos previamente se debe consultar a un médico que le realizará una exploración física. El médico comprobará si hay dolor, entumecimiento, debilidad, movimiento adecuado de la articulación…
Después, se solicita una prueba de imagen que inicialmente puede ser una radiografía de columna aunque no permiten visualizar los discos y tan solo pueden atisbar si hay cambios degenerativos (osteofitos) en pacientes de edad avanzada o desplazamientos vertebrales (listesis). Las pruebas de imagen que mejor permiten valorar una hernia discal son prueba de elección es la resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TAC). No se recomienda su realización durante el primer mes de sintomatología, salvo presencia de factores de riesgo que orienten a una posible causa grave.
Tratamiento y prevención
El tratamiento conservador consiste en realizar un reposo relativo, evitando posturas dolorosas y siguiendo unos ejercicios recomendados por su médico o un fisioterapeuta.
Respectos a los fármacos que se suelen recomendar son inicialmente analgésicos tipo antiinflamatorio no esteroideo (AINE) y relajantes musculares en caso de espasmos musculares o contracturas asociadas. En caso de dolor muy severo con debilidad que no mejora con este tratamiento se puede recetar fármacos más fuertes como derivados de los opiáceos, anticonvulsionantes (para el dolor neuropático) o corticoides con gran poder antiinflamatorio. Estos medicamentos se deben tomar bajo prescripción médica y siguiendo las recomendaciones de su médico.
En el caso de no mejorar con esta medicación su traumatólogo o neurocirujano le recomendará las diferentes opciones quirúrgicas según cada caso.
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