En estos últimos meses nos hemos visto bombardeados en directo con los resultados de los ensayos clínicos de las vacunas contra la COVID-19. Nos han dado cifras de eficacia superiores al 90%, pero ¿esto es bueno?, ¿es suficiente?
Lo primero que nos interesa saber es qué es la eficacia de una vacuna, que no es más que la protección que ofrece, administrada en condiciones ideales (ensayos clínicos). Por otro lado, tenemos la efectividad de las vacunas qué es la protección que se obtiene después de su administración en condiciones habituales de la práctica clínica (programas de salud). La efectividad se evalúa ya con la vacuna comercializada.
Las vacunas que actualmente disponemos en nuestros programas de salud, tanto infantiles como de adultos, tienen un perfil de seguridad altísimo, pero ¿cuál es su eficacia y efectividad?
Ninguna vacuna tiene una eficacia del 100%. Esto es importante saberlo y decirlo para evitar una falsa sensación de seguridad absoluta. Aunque estemos vacunados de algo, no todos tenemos la misma respuesta inmune. Por eso es tan importante la vacunación universal: si la eficacia no es del 100%, pero toda la población está vacunada, el germen no podrá circular, por lo que los vacunados estaremos protegiendo tanto a los que su sistema inmune no ha respondido de manera adecuada, como a aquellos que por motivos médicos no pueden recibir alguna vacuna. La vacunación es un acto de protección personal y de protección solidaria.
Como ejemplos, sirva mencionar la aprobación de Bexsero® en España en 2015, que produjo una oleada de peticiones para administrarla, con listas de espera en las farmacias. Esta vacuna, que protege contra el meningococo B, el más frecuente, tiene una eficacia calculada de entre un 70-80%, dependiendo de la zona geográfica. Al ser una infección poco frecuente no sabemos todavía su efectividad pero sí que se ha observado una reducción de la INCIDENCIA del 75% en el Reino Unido tras 3 años de vacunación universal.
Otro ejemplo clásico, es la vacuna de la gripe estacional, con eficacias que oscilan entre el 10 y el 90% (depende de la correspondencia entre el virus circulante y las cepas vacunales), y con efectividades que son variables entre el 40-60%, dependiendo de diversos factores como el estado de salud del individuo, edad, etc. A pesar de ello, está demostrado que la vacunación disminuye los ingresos hospitalarios, los ingresos en UCI y las muertes atribuibles a la gripe en un 80%.
Si nos vamos a las vacunas de alta eficacia, nos encontramos con la vacuna del rotavirus, una vacuna oral infantil no financiada, con una eficacia superior al 90% y una efectividad similar a pesar de una cobertura del 60% de los niños (las vacunas financiadas tienen una cobertura superior al 96%). A pesar de la baja cobertura, al ser tan efectiva, hemos podido ver cómo se han reducido las consultas en urgencias y los ingresos hospitalarios producidos por la enfermedad por rotavirus en un 70%.
Ahora podemos responder a las preguntas iniciales de si una eficacia superior la 90% de las próximas vacunas contra la COVID-19 es buena y suficiente. ¡Por supuesto! Las vacunas, independientemente de su eficacia, son, después de la potabilización del agua, la mejor herramienta para salvar vidas. Anualmente, salvan entre 2 y 3 millones de vidas. Y lo más importante: ¡son seguras! Por lo que, cuando salga la del COVID-19, me la voy a poner, ¿y tú?
Fuentes consultadas:
- Comité Asesor de Vacunas (CAV-AEP). Manual de Vacunas en línea de la AEP [Internet]. Madrid: AEP; 2020. Disponible en: http://vacunasaep.org/
documentos/manual/manual-de- vacunas - New England Journal of Medicine. Vaccination of Infants with Meningococcal Group B Vaccine (4CMenB) in England. Jan 23; 382: 309-317. doi: 10.1056/NEJMoa1901229. Epub 2020 Jan 23.
- 10 datos sobre la inmunización. OMS 2019
- Ortiz de Lejarazu R, Tamames S. Vacunación antigripal. Efectividad de las vacunas actuales y retos de futuro. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2015;33:480-90.
Texto. Dra. Raúl Morales, pediatra.
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