A lo largo de nuestra vida nos toparemos con diferentes desafíos con los que nos tocará lidiar para conseguir nuestras metas. No siempre estamos al 100% para poder alcanzarlas y es posible pasar por épocas en las que la motivación se vea esfumada, ya bien sea por nuestros miedos internos o cualquier otro motivo que afecte directamente. Debemos aprender a sobrellevar esta situación pasajera y a remontar.
Primero de todo, debemos definir qué es la motivación. Es una palabra que deriva del latín y significa «causa del movimiento». Se puede definir como el énfasis que se descubre en una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando o aumentando con ello el impulso necesario para que ponga esa marcha esa acción o para que deje de hacerlo. En la psicología, la motivación implica estados internos que dirigen el organismo hacia metas para su alcance. Este término está relacionado directamente con la voluntad de uno mismo y el interés.
Dicho esto, la motivación es un factor muy importante para ser felices, productivos y creativos. Cuando estamos ante una situación de desmotivación no sabemos diferenciarla y asumimos luchar de la misma forma en lugar de encontrar la solución para cada problema, por ello es importante analizar qué situación es la que nos ha llevado a este estado y saber cómo debemos actuar.
¿Qués es la desmotivación?
Es un estado psicológico en el que nuestra meta a alcanzar se ve enfrentada a nuestra disposición real. Es decir, invertimos pocos esfuerzos en conseguirla e incluso antes de empezar ya la evitamos con un «ya lo haré mañana…» En este caso estaríamos frente a la procrastinación, que en otras palabras significaría aplazar o posponer cualquier acción sin ninguna justificación válida, ante cualquier obligación que deba ser atendida.
La desmotivación, por tanto, es la ausencia de motivación a esos estímulos, ya sean internos o externos, que llevan a una persona a comenzar un acción. Es uno de los problemas más habituales en cualquier ámbito, ya sea privado o profesional. Veamos cómo se clasifican.
Tipos de desmotivación
Estamos frente a 3 tipos de desmotivación:
- Ámbito social: Se da en personas que se ven obligadas a interactuar con determinados círculos sociales sin tener beneficio de ello.
- Ámbito laboral: Este tipo de desmotivación afecta tanto a la persona que lo vive como a todo su entorno laboral. Hablar con sus responsables es el primer paso para encontrar la solución.
- Ámbito escolar: Es muy frecuente encontrar la desmotivación en los alumnos. El hecho de acudir a clase lo ven como una obligación y a consecuencia llega la falta de atención en clase. Por ello es importante, trabajar diferentes dinámicas de aprendizaje.
¿Qué causa la desmotivación?
Ante esa pregunta, no hay una respuesta válida. Las causas que originan este fenómeno pueden ser infinitas, entre las que podemos destacar el cansancio, los malos hábitos saludables, las metas erróneas, los miedos, el no saber qué queremos… Cabe indicar que la desmotivación no es algo que nazca en nuestro interior sino que es contextual, es decir, aparece a consecuencia de nuestro entorno, por tanto es importante mantener el orden en nuestra vida y sobre todo reorganizar prioridades cuando éstas dejan de ser las más importantes.
Si estás ante una situación en la que sientes que has perdido las ganas por algo en concreto, nuestra recomendación es que hables con un experto para que sea quien valore tu situación y juntos podáis trabajar y poner fin a este momento que no te deja avanzar como quieres.
*Fuente mediQuo.
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