En el mundo actual, la depresión se ha convertido en una epidemia silenciosa que afecta a más de 300 millones de personas en todo el planeta. Esta enfermedad mental no discrimina por edad, género o condición social y ha experimentado un aumento preocupante, agravado por los efectos de la pandemia de coronavirus. De hecho, se ha observado que aproximadamente un tercio de los sobrevivientes de COVID-19 experimentan trastornos neurológicos o mentales después de superar la enfermedad.
La depresión es un trastorno que afecta no solo la salud mental, sino también el bienestar físico y emocional de quienes la padecen. A menudo, sus síntomas van más allá de la tristeza y la melancolía, lo que hace que sea difícil de diagnosticar y comprender para muchas personas. En este artículo, exploraremos lo que se conoce como «depresión enmascarada» o «depresión silenciosa», una forma de depresión en la que los síntomas físicos predominan sobre las manifestaciones emocionales, lo que puede dificultar su identificación y tratamiento.
La dificultad de detectar la depresión silenciosa
Una de las principales dificultades en el diagnóstico de la depresión silenciosa es la falta de conciencia tanto por parte de quienes la padecen como por parte de su entorno. Esta forma de depresión se caracteriza por la expresión de síntomas físicos que a menudo se confunden con problemas de salud distintos. Además, las personas que experimentan esta variante de la depresión pueden tener dificultades para conectar con sus propias emociones y sentimientos, lo que complica aún más su reconocimiento.
En las sociedades avanzadas, los síntomas físicos suelen ser más aceptados y menos estigmatizados que los síntomas emocionales o psicológicos. Esto puede llevar a que las personas que padecen depresión silenciosa busquen ayuda médica por sus síntomas físicos, sin darse cuenta de que en realidad están lidiando con un trastorno subyacente de salud mental.
Síntomas silenciosos de la depresión
La depresión silenciosa se caracteriza por una sintomatología somática que se manifiesta principalmente a través de síntomas físicos. Estos síntomas pueden ser engañosos y confundirse con problemas médicos distintos, lo que lleva a un diagnóstico erróneo o retrasado. Algunos de los síntomas físicos que pueden estar relacionados con la depresión silenciosa incluyen:
- Síntomas gastrointestinales: Náuseas, vómitos, dolores gástricos, aerofagia (tragar aire en exceso), dispepsia funcional.
- Síntomas neurológicos: Parestesias (sensaciones anormales en la piel), pérdida de memoria, cefalea (dolor de cabeza), lumbalgia (dolor en la zona lumbar), dolores crónicos, mareos.
- Síntomas cardio-respiratorios: Disnea subjetiva (sensación de falta de aire), taquicardia (ritmo cardíaco acelerado), palpitaciones, dolor torácico.
- Síntomas dermatológicos: Alopecia (pérdida de cabello), prurito (picazón en la piel), eczemas.
- Síntomas generales: Cansancio, debilidad, fatiga constante.
- Síntomas genitourinarios: Disminución de la líbido, impotencia, disuria (dificultad o dolor al orinar).
Además de estos síntomas físicos, las personas con depresión silenciosa también pueden experimentar síntomas emocionales y cognitivos, que a menudo pasan desapercibidos. Estos incluyen:
- Lentitud para razonar o dificultad para pensar con claridad.
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
- Alteraciones del sueño, como insomnio o hipersomnia.
- Pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
- Cambios en el apetito, que pueden manifestarse como aumento o disminución del mismo.
- Dificultad para concentrarse en tareas cotidianas.
A pesar de que las personas con depresión silenciosa pueden aparentar estar activas y cumplir con sus responsabilidades diarias, pueden sentir una profunda sensación de bajo rendimiento, baja autoestima y pérdida de interés en alcanzar metas personales o profesionales. Esta constante sensación de desesperanza puede afectar negativamente la calidad de las relaciones interpersonales y el desempeño laboral o académico.
Es importante destacar que, si bien todos experimentamos momentos de desánimo en la vida, cuando estos sentimientos persisten de manera crónica e independientemente de las circunstancias externas, es fundamental buscar ayuda y apoyo profesionales. La depresión es una enfermedad tratable, y reconocer sus síntomas, incluso los más silenciosos, es el primer paso hacia la recuperación.
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