Volver de donde uno ha sido feliz durante semanas de vacaciones no es nada fácil y mucho menos si sigues viendo fotos de playa, chiringuitos, cócteles y unicornios flotando en aguas cristalinas. El año se compone de dos cuestas, la bien conocida como cuesta de enero y la cuesta de septiembre. Ambas son duras, pero miremos el lado bueno, después de unas vacaciones hemos cogido fuerzas para afrontar lo que queda de año.
Es muy probable que puedan aparecer síntomas de estrés o depresión postvacacional en las primeras semanas de adaptación al trabajo como: cansancio, insomnio, irritabilidad, entre otros. Pero ¡tranquilos! sólo nos durará unas semanas.
¿Qué hacer si tengo algún síntoma?
La respuesta a todo ello es paciencia, nuestro cuerpo se adaptará de nuevo al medio que ya conoce. Es cierto que, durante las vacaciones realizamos tareas más lúdicas y no miramos tanto el reloj, por tanto debemos ser muy rigurosos con nuestros horarios laborales, si no será complicado llegar vivos al final de la semana… Evitar la cafeína y los after-works serán clave durante los primeros días. El descanso debe ser de 7-8 horas y es bueno retomar la actividad física (en el caso de que la hayas abandonado durante tus vacaciones) o incluso realizar técnicas de relajación para controlar la respiración y la mente, esto no sólo nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo sino que también mejorará el plano sexual y estaremos más receptivos con nuestra pareja. Lo ideal será idear nuevos planes y no quedar pensando en lo bien que se estaba tumbado en la playa…
¿Cómo se clasifica el estrés?
Los pensamientos de nostalgias pueden llevarnos a situaciones de estrés, que nos bloquearán y nos paralizarán frente a situaciones que requieran un cambio. Según la Asociación Americana de Psicología, podemos sufrir 3 tipos de estrés:
- Agudo: es el más común en la población. Se inicia tras un pasado reciente y ante unas expectativas cercanas. Este tipo de estrés se manifiesta con irritabilidad, ataques de ansiedad, depresión e incluso dolores de cabeza como la cefalea. Lo positivo, es que se puede manejar fácilmente realizando técnicas de relajación.
- Agudo episódico: Cuando el estrés agudo es frecuente. Se representa con dolores tensionales y musculares, fuertes migrañas. Este tipo de estrés se debe trabajar con un profesional.
- Crónico: Este tipo de estrés es el resultado de un estrés episódico en el que la persona no encuentra solución a su problema. De tal modo que se interioriza y es difícil que la persona lo pueda identificar como tal. El tratamiento debe ser llevado por un profesional.
¿Qué tratamiento debemos seguir?
La vida sana, la buena alimentación, el ejercicio físico son los pilares esenciales para no tener estrés en nuestro cuerpo. De esta forma, evitaremos los siguientes síntomas:
- Tensión muscular
- Dolor de cabeza
- Insomnio
- Cansancio
- Molestias al respirar
- Dolor de estómago, diarreas o estreñimiento
- Cambios de peso
- Irritabilidad, apatía
- Ausencia de deseo sexual
- Problemas de memoria
Cabe destacar que, tras la vuelta de las vacaciones, el pensar en las tareas laborales que debemos retomar, las reuniones, las entregas de trabajo… pueden llevarnos a situaciones de estrés que no controlemos. Por ese motivo, es muy importante la prevención del estrés en el lugar de trabajo, ya que esto puede desencadenar absentismo laboral y repercutirá en el rendimiento laboral.
Recomendación
Pautar descansos, tener un buen clima laboral entre compañeros, establecer medidas motivadoras para todos los trabajadores y tener al alcance de todos las herramientas que ayuden a controlar el estrés laboral, día a día.
*Contenido validado por el equipo médico de mediQuo.
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