Volvemos de las vacaciones donde hemos tenido tiempo para relajarnos y desconectar, es ahora de vuelta a la rutina diaria cuando intentamos de la mejor forma que podemos sobrevivir al llamado síndrome postvacacional, y es en este momento, cuando se nos plantean continuos dilemas de inconformismo con lo que nos hace felices y lo que no. La psicóloga Paula Rueda, nos comenta qué podemos hacer para lograr el cambio de manera correcta.
¿Nos llena realmente nuestro trabajo? ¿estamos completamente satisfechos con aquello que hacemos y dedicamos la mayor parte del tiempo de nuestra vida? A veces es más fácil de identificar nuestro inconformismo cuando pensamos en el trabajo, y si este nos gusta o no, pero hay muchas cosas en nuestra vida que realizamos por pura inercia y mantenemos esa resistencia a cambiar siendo el responsable el dicho de “mejor malo conocido que bueno por conocer”, explica Rueda.
Ante esta situación podríamos pensar, ¿es la zona de confort tan negativa? Realmente no es tan negativa ya que nos mantiene en una zona de seguridad que tiene sus aspectos positivos.
Es en esa zona tranquila donde todo controlamos y conocemos, donde no damos lugar a experimentar y a probar otras formas de vivir que nos ayudarían a avanzar internamente hacía donde queremos.
Muchos de nosotros pasamos por periodos de nuestra vida donde sentimos que necesitamos un cambio, donde esa zona de confort ya nos cansa y nos mantiene estancados y apáticos. Todos podemos ser partícipes de este cambio.
¿Qué podemos hacer?
El primer paso es superar nuestros miedos, quitarnos falsos prejuicios y pensamientos que nos mantienen en esa situación.
Creer en nosotros y en nuestras capacidades, asumiendo que es posible que nos podamos equivocar, -a veces para aprender es necesario equivocarse-, explica Rueda.
Uno de los pensamientos que nos retiene a cambiar, es entender los cambios en nuestra vida como radicales. Dejarlo todo y cambiar totalmente de vida, nos puede hacer temer el cambio y nunca dar el primer paso, ya que hay mucho que perder y el riesgo es alto.
Lo recomendable es ir cambiando nuestra vida poco a poco, establecernos metas, empezar por pequeños cambios para ir avanzando hacia otros de mayor complejidad como un cambio laboral o de pareja. Si en ese camino algo falla, podemos volver un paso atrás para coger fuerza y aprender del error para continuar.
De esta forma, mantendremos nuestra vida de una forma dinámica, evitando ese maldito sentimiento de estancamiento que no nos deja avanzar, generando nuestras propias zonas donde nos encontremos estables y seguros y otras nuevas que nos mantengan motivados y con ganas de avanzar.
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